La empatía es una habilidad compleja que implica comprender la perspectiva de otra persona y responder apropiadamente. Esta habilidad constituye la base de cómo aprendemos a interactuar con los demás de una manera efectiva y puede determinar la calidad de las relaciones que establecemos a lo largo de nuestras vidas. Queda claro que es una habilidad importante. Todos queremos que nuestros hijos crezcan como seres humanos atentos, considerados y comprensivos. Entonces, ¿cómo podemos ayudarlos? He aquí algunos consejos para desarrollar niños atentos y comprensivos:

1. Modelar: Una de las mejores maneras para que los niños aprendan algo es modelando. En pocas palabras, cuando observan a alguien modelando un comportamiento en particular, es mucho más probable que lo adquieran y repitan. Los padres pueden modelar la empatía verbalizando su comprensión de los sentimientos de los demás en diversas situaciones. Por ejemplo, si mi hijo está llorando, puedo decir: “Veo que estás llorando. Parece que estás triste. ¿Estás triste? Sé que es difícil a veces.” Estas pocas oraciones cortas validan la perspectiva del niño y verbalizan las conexiones entre sus pensamientos, sentimientos y comportamiento. Al proporcionarles una experiencia en la que alguien les demuestra empatía les ayuda a establecer esas conexiones cerebrales. Es importante hacerlo por ellos y también se puede demostrar en situaciones que involucren los sentimientos de los demás.

2. Hacer conexiones a través de la observación: En cualquier situación pública o familiar, usted puede señalar situaciones en las que una persona se comporta de cierta manera y preguntarle a su hijo(a) si tiene alguna idea del por qué podrían estar haciendo lo que están haciendo. Por ejemplo, “¿Por qué crees que ese hombre está gritando?” Si su hijo no sabe, puede analizar diferentes posibilidades y relacionarlas con nuestra forma de actuar cuando nos sentimos de cierta manera. Otra forma de practicar este tipo de toma de perspectiva es aplicarlo a cualquier conflicto que pueda tener el niño. Por ejemplo, si golpea a su hermano, puede preguntarle cómo cree que se siente su hermano cuando lo golpea. Una pregunta de seguimiento sería: “¿Cómo te sientes cuando tu hermano te golpea?” Este tipo de diálogo es ideal para el desarrollo empático del cerebro y una excelente manera de aplicar la ‘Regla de oro’ (trato a los demás como quiero que me traten). Practicar este tipo de toma de perspectiva en casa, en público, e incluso a través de la literatura mediante la discusión de los personajes, puede ser una excelente manera de hacer conexiones a través de la observación para desarrollar habilidades de empatía.

3. Escuchar y mostrar vulnerabilidad: Aprendemos y practicamos la empatía a través de nuestras interacciones. Una de las mejores maneras de alcanzar esto es escuchando. Cuando permitimos que los demás expresen su perspectiva con lujo de detalle, naturalmente, llegamos a entender su perspectiva mejor. Por supuesto, cuando sea nuestro turno de hacerlo, debemos expresar nuestra perspectiva de manera apropiada, lo cual requiere de vulnerabilidad y honestidad a medida que expresamos nuestros sentimientos. Esta es una de las mejores formas en que podemos modelar y practicar la empatía con nuestros hijos.

4. Desconectar: Si desarrollar habilidades de empatía requiere de interacción con los demás, es absolutamente esencial que limitemos el tiempo de pantalla electrónica tanto para nosotros mismos como para nuestros hijos. Si pasamos la mayor parte de nuestro tiempo libre delante de nuestras pantallas, la cantidad de tiempo que estamos interactuando con los demás se reduce considerablemente. Sin embargo, eso solo revela la punta del iceberg. Los estudios demuestran que demasiado tiempo con los dispositivos electrónicos puede causar problemas como irritabilidad, insomnio, habilidades sociales y memoria deficientes, falta de concentración, contacto visual y control de impulsos problemáticos y comportamiento desorganizado. La Dra. Victoria Dunckley explica en su libro, ‘Restablecer el cerebro de su hijo’, el tiempo de pantalla electrónica en exceso crea desequilibrios en el cerebro al generar demasiada actividad en los centros de recompensa y muy poca actividad en las regiones asociadas con la empatía. Al sustituir el tiempo de pantalla por tiempo de juego familiar, caminar, conversar, u otras actividades, podemos tener un gran impacto en el establecimiento de conexiones, la mejora de la interacción social y el fortalecimiento del desarrollo cerebral.

Al incorporar estas estrategias, estamos desarrollando niños empíricos y comprensivos.

 

 

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